Cuatro amigas deciden alquilar un piso juntas en Miami. Hasta ahí todo es más o menos normal, pero si resulta que las cuatro amigas tienen más de cincuenta años e incluso una de ellas ha pasado ya de los 70, la cosa cambia. Con semejante planteamiento cabría esperar lo peor: una serie ñoñísima, más preocupada por ofrecer una visión edulcorada de la tercera edad que de hacer reír. Pero hubo suerte y la primera telecomedia moderna americana protagonizada totalmente por mujeres estaba escrita con más mala leche que una película de Berlanga y, durante las siete temporadas que se mantuvo en antena, entre 1985 y 1992, provocó risas y carcajadas a granel.
Las cuatro protagonistas, Dorothy, Rose, Blanche y Sophia, hablaban de hombres, se intercambiaban furibundas réplicas y, sobre todo, estaban a años luz de las descripciones estereotipadas de la tercera edad a las que nos ha acostumbrado la televisión. Gracias a unos guiones magníficos y al gancho de las actrices que les daban rostro y personalidad, las cuatro abuelas de la tele estaban más vivas que todas sus rivales adolescentes.
Después de que Bea Arthur anunciara que quería dejar la serie, sus tres compañeras siguieron adelante en la secuela El hotel de oro, en la que se encargaban de gestionar un pequeño hotel de Miami. Pero sin Dorothy, la serie no consiguió igualar el éxito de Las chicas de oro y fue cancelada tras la primera temporada.
